viernes, 18 de marzo de 2011

LOS CÓDIGOS COMUNICATIVOS DE UNA IMAGEN



Todo lenguaje posee un personal código comunicativo. El lenguaje verbal por ejemplo, utiliza el código verbal y usa la palabra y los escritos. Toda obra es portadora de un específico mensaje que deriva del ambiente cultural al interno del cual se desarrolla y de su función. Saber leer una obra de arte significa decodificar los mensajes a través del uso del lenguaje visivo. El código visivo transmite su mensaje por medio de imágenes. Estás imágenes están constituidas de signos. Estos signos, que están a la base de tal lenguaje son puntos, líneas, colores, formas, luces, sombras, etc. Para poder comunicar utilizando el lenguaje visivo estos signos debe estar organizado al interno de una estructura que pone en relación significados y significantes según reglas precisas. El conjunto de estas relaciones establecidas según reglas se llaman códigos visivos y su conocimiento es indispensable para comprender los mensajes que las imágenes comunican.

LA LITURGIA COMO HÁBITAT DEL ARTE SACRA

Belleza y sacralidad, en su íntimo conectarse es un requisito indispensable de la realidad litúrgica. La liturgia constituye la "materia” que postula una información de belleza para corresponder plenamente  al propio mandato cultual. El arte sacra no inventa sus contenidos, sino que los encuentra en la liturgia. No invita tampoco el esquema de la estructura que elabora con genialidad creativa, porque este emerge de las exigencias rituales.  El arte infunde belleza en las cosas sacras. Arte y liturgia encarnan el sacro cristiano.  Contenidos, estructuras, códigos rituales y universo simbólico asumen, en un contexto sacro, el esplendor y aquella noble dignidad espiritual, que son los requisitos esenciales del culto en espíritu y verdad. El arte preserva la res de su reducción a signo funcional. En su ser metáfora del “invisible”, legitima el universo simbólico y hace más evidente el ejercicio de los objetos dejando transparentar en ellos el misterio del sacro. Es decir, hace las “cosas” verdaderamente cultuales y signos lingüísticos abiertos al trascendente.

IMÁGENES LITÚRGICAS

Se pueden distinguir dos tipos de imágenes litúrgicas: Las alusivas a los ritos o a los sacramentos, pero que no están en contacto directo con ellos, y las que -aunque con un sujeto no específicamente alusivo al rito- insertadas en el lugar de la celebración, contribuyen a plasmar la percepción del misterio de parte del pueblo Dios.  
En la primera categoría se sitúan imágenes emblemáticas (representaciones del agua, el Espíritu Santo, las espigas de grano, el cáliz), como las usadas en las catacumbas, que se usan, por ejemplo, para la primera comunión y las consagraciones episcopales, que sirven para evocar el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía o el Orden Sagrado. En la segunda están las imágenes relacionadas con Cristo, María y los santos que -colocadas cerca de la fuente bautismal o del altar- acentúan uno o más aspectos del sacramento en objeto. La figura del Pantocrator, por ejemplo enfatiza el fondo escatológico de la Eucaristía: la futura gloria a la cual el banquete eucarístico invita. En manera análoga, las representaciones de María con el niño en brazos, en innumerables retablos del medioevo invitan a leer la Eucaristía en relación a la Encarnación, y la presencia de santos junto a Cristo y a María aluden a la Eucaristía como experiencia de la communio sanctorum. Representaciones de la última cena, crucifixiones, deposiciones y sepulturas en proximidad del altar subrayan el elemento teológico del sacrificio. Una clase de imágenes particulares es constituida por pinturas en refectorios de comunidades religiosas, generalmente representando la última cena, que sugieren una extensión del misterio eucarístico a toda la vida del consagrado.

EL ARTE COMO SIGNO DE SALVACIÓN

En el libro del Éxodo 36,1 encontramos el fundamento de la concepción judío-cristiana del arte. En el pasaje bíblico de la fuga de la esclavitud de Egipto hacia la libertad de una “tierra prometida”, la llamada de los artistas y la construcción del santuario son de hecho los actos conclusivos de una serie de eventos determinantes para la historia y para la identidad misma del pueblo de Dios. Será útil recordar brevemente estos eventos.
Mientras sobre el monte Moisés recibe las tablas de la ley – los diez mandamientos. El pueblo, desconfiado, funde un cordero de oro y se pone a adorarlo (Ex 32, 1-6). Cunado Moisés desciende del monte –ofendido por la infidelidad de los israelitas- rompe las tablas y obliga al pueblo a elegir entre Iahvé y el ídolo, diciendo: «¡Quien está con el Señor, venga conmigo!» (Ex 32, 15-28). Rezando, obtiene el perdón del pecado del pueblo y la promesa que el Señor caminara en medio de él.

EL ARTE SACRA COMO ANUNCIO DE LA FE

Religión y arte, aún constituyendo dos universos formales distintos, se encuentran unidos entre sí de modo que una se trasforman en vehículo para la otra. La declaración de Juan XXIII, y después de Pablo VI que hace del arte un “casi sacramento” confiere a ella un eminente valor teológico y la inserta en el íntimo de la espiritualidad cristiana.
El arte no es solo estímulo religioso, sino el modo de la oración y de contemplación del misterio de Dios: sea para el artista que plasma, sea para el espectador que encuentra en ella un catalizador para su diálogo personal y comunitario con Dios. También en esto el arte realiza su función mediadora de «llevar el mundo divino al hombre, al nivel sensible y mediante sus vibraciones sentimentales, para elevar después el mundo humano a Dios, a su reino inefable de misterio, de belleza, de vida».

LA FINALIDAD CATEQUÉTICA DE LAS IMÁGENES

Porque existe una estrecha relación entre la imagen y el símbolo, y entre el mundo visible y el invisible, es lógico y justificado anunciar el misterio de Dios sirviéndose de imágenes simbólicas. Se comprende así el florecer, a lo largo de los siglos, de la iconografía cristiana, donde el intento evangelizador y catequético es acompañado y estrechamente ligado al aspecto pictórico y estético. A través de las imágenes se transcribe el mensaje evangélico, que la Sagrada Escritura transmite a través de la palabra. «De la secular tradición conciliar aprendemos que también las imágenes es predicación evangélica».

LA IMAGEN HUMANA ES LIMITADA RESPECTO AL DIVINO

Es necesario recordar que ninguna imagen material podrá expresar plenamente el inefable misterio de Dios: la realidad significada (religiosa, espiritual) supera siempre la imagen humana. Algo de este misterio el elemento material lo hace intuir y percibir.
Los aspectos profanos, en el momento en que se transforman en vehículo de transmisión de contenidos religiosos, son acogidos y representados en sus aspectos positivos; pero al mismo tiempo tienen necesidad de ser purificados, y sobretodo de ser enriquecidos y completados. Esto ocurre con los contenidos cristianos, que las imágenes contienen y transmiten. De tal manera también la mitología y las fabulas populares son asumidas, purificadas y transfiguradas por la fe cristiana, par transformarse en imágenes religiosas.

FUENTES DEL ARTE CRISTIANA

El arte cristiano es una “exegesis práctica” que busca comunicar el mensaje bíblico por medio de la belleza. Dado al carácter simbólico de la figuración del arte cristiana, para su interpretación es necesario hacer referencia a las fuentes literarias, en primer lugar a la Sagrada Escritura, los testos patrísticos, los textos litúrgicos, las homilías, los libros apócrifos, etc.
Son también útiles, sobre todo para el conocimiento de las catacumbas, las fuentes epigráficas, historiográficas, topográficas, etc.

¿POR QUÉ LAS IMÁGENES SAGRADAS?

La transmisión oral o escrita del mensaje de la salvación hace uso directo de la palabra revelada en el documento por excelencia que es la Biblia, o recurre a otras fuentes de la religión cristiana como son los textos de los santos padres, la liturgia, las homilías, o las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. La transmisión visiva de la salvación se da por medio de colores, signos, símbolos, gestos, o  por el dramatismo de una escena: «como todos obtenemos la salvación por las letras contenidas en los libros de los santos Evangelios, del mismo modo todos, intelectuales y analfabetos, reciben su parte de los beneficios de la energía icónica de los colores que son a su disposición; porque lo que la palabra anuncia y hace presente con sonidos, lo mismo el diseño anuncia y hace presente con los colores»[1].

ALEGORÍA Y SÍMBOLO

El arte vive de la alegoría y del símbolo. Es un lenguaje indirecto y silencioso que habla del mundo, que acerca lenguaje y mundo. El arte busca sus palabras en el lenguaje tradicional para sobrepasarlo, para atravesarlo y donarle nuevos significados, como el alegórico y el simbólico.
Las palabras no tienen nada de real: la palabra “flor” no es una flor; así la imagen “flor” no es una flor. La imagen de una cosa no es la cosa visible inmediatamente y concretamente.
En el mundo del arte, conceptos, ideas, dogmas religiosos, principios morales, son representados através de imágenes realísticas o alusivas, fabulosas o misteriosas. La alegoría, palabra de origen griega que significa “discurso para otro”, es la representación de una concepto abstracto a través de una imagen en grado de hacer el concepto mismo inmediatamente perceptible y reconocible.

FUNDAMENTOS DE LAS IMÁGENES RELIGIOSAS

Las imágenes religiosas tienen varios fundamentos complementarios:
- Fundamento antropológico. En cuanto ser unitario, constituido de cuerpo y alma, el hombre se expresa a través de signos, palabras, gestos, símbolos. El percibe la misma realidad espiritual a través de signos y símbolos materiales. Dante en el Paraíso (Canto 4, veros 42-46) afirma que el intelecto no pude aferrar la verdad natural de Dios sin el sensual.

MANIFESTACIÓN DE LA PRESENCIA DIVINA

El arte sacra produce un sentimiento de presencia, de acercamiento físico y ontológico al ser misterioso. La imagen plasmada en el arte sacra es siempre una imagen cultural que se inserta en una comunidad de personas que comparte el mismo credo. Por esto, el arte sacra constituye un tipo de arte singularísimo dentro de la producción general de bienes muebles. De ahí, que se le exija un alto nivel de calidad artística, por estar llamado a ser un arte perfecto en tanto que es expresión de los ideales religiosos que, en todas las religiones, se pueden muy bien resumir en la perfección misma.

EL ARTE SACRO


El arte es sacro cuando es destinado al culto. El expresa, con el diseño o los colore, aquello que las Sagradas Escrituras y los textos litúrgicos anuncian con las palabras, y lo hacen presente en cuanto participan de la acción sacramental de la Iglesia. Nace de la fe de la Iglesia, expresada y celebrada en la acción litúrgica, y vive por ella. Es la representación de Dios, la Virgen María, los ángeles y los santos dentro de una determinada comunidad cultural.
Por ejemplo: los Cristos que se realizaron para personalizar el concepto de Dios, en este caso de su Hijo, muerto en la cruz: Jesucristo. Los objetos de arte sacra son imágenes que, destinadas al culto religioso, hacen sagrado un contexto.
El arte ha acompañado siempre las acciones litúrgicas. En el Antiguo Testamento Dios determinó las formas, dimensiones y materiales del Tabernáculo y del Templo, así como los muebles, utensilios y ornamentos de los ministros. El Nuevo Testamento da testimonio de la solicitud que tuvo Jesucristo para elegir un lugar digno para instituir la Eucaristía. Después de las persecuciones, la Iglesia se preocupó de que las nuevas construcciones de culto sirvieran para celebrar los sagrados misterios y fueran artísticas tanto en su arquitectura como en sus elementos pictóricos y escultóricos.
Esta preocupación de la Iglesia por la belleza de su entorno litúrgico se inscribe en la línea de la creación y la encarnación.

ARTE RELIGIOSO

Tiene como característica primordial el ser evocación de una realidad sobrenatural de carácter divino o la expresión de los dogmas y verdades reveladas. Es un arte al servicio de la evangelización y la implantación de una doctrina específica.
Es una producción artística que no entra como elemento activo en la acción del culto. Su fin no es cultual, sino devocional, expresa la fe personal del artista y favorece la relación privada con el divino.
Por ejemplo: las pinturas murales de algunos conventos del siglo XVI, que fueron instrumento de catequesis y de promoción de valores espirituales y culturales.

miércoles, 16 de marzo de 2011

HISTORIA DE LA CUSTODIA EUCARÍSTICA





Para nosotros es habitual ver el tabernáculo o sagrario en el centro del altar. Pero no siempre tuvo esta ubicación e incluso hoy lo vemos colocado en una capilla fuera del altar mayor

PERIODO DE LAS CATACUMBAS
Sabemos con certeza, por el testimonio unánime de los Padres de los primeros siglos, que, durante las persecuciones, los cristianos conservaban en sus casas con adorante amor la Eucaristía. Al terminar la celebración eucarística se distribuía el pan consagrado que los fieles guardaban en pequeños vasos, o pequeñas cajas, para comulgar cuando sintieran necesidad.