viernes, 10 de febrero de 2012

SANTIFICACIÓN CÓSMICA

La LH, en cuanto oración esencialmente horaria, consagra todo el tiempo (SC 84; 88; OGLH 10). Pero ¿qué son el tiempo y las horas sino las realidades cósmicas en su duración, en el sucederse imperceptible de los instantes fugitivos de su existencia y de su curso, a los que el hombre, con criterios diversos, trata de imponer una medida? El tiempo no tiene una sustancia: según Aristóteles y santo Tomás, es la medida de ese devenir cósmico según un antes y un después que afecta a toda criatura, y al que sólo el eterno se sustrae. Por eso la LH santifica el mundo en su despliegue.

EL ÁRBOL DE JESÉ

El árbol de Jesé es la representación simbólica de la genealogía de Cristo a partir de la figura de Jesé, padre del rey David. El origen de este tema es un fragmento del libro de Isaías (2, 1-3): "Saldrá un brote del tronco de Isaí y una flor nacerá de sus raíces". El tronco de Isaías no es otra cosa que el árbol de Jesé. Isaí es la forma hebrea y Jesé la transcripción griega de la versión bíblica de los Setenta. La preferencia por la forma Jesé es por evitar la confusión entre Isaí, padre de David, y el profeta Isaías, su homónimo.
Este motivo se encuentra ya a fines del siglo XI en una miniatura del Evangeliario de Vysehrad, en Praga, y vuelve a hallarse en numerosos manuscritos litúrgicos alemanes. Del campo de las miniaturas pasa a la escultura monumental, a las vidrieras y a la pintura. Es posible que el tema naciera en Oriente.

Jesé está siempre representado con los rasgos de un anciano de barba blanca. Casi siempre está acostado, en actitud de meditación o durmiendo, pero también existen ejemplos en los que está sentado o en pie. En esta variedad hay que tener en cuenta la forma del soporte, que en algunos casos es marcadamente vertical.
El árbol sale de su corazón, de su cintura, de su cabeza o de su boca. Este árbol puede tomar forma de rosal, vid, lirio, aunque lo más frecuente es que se trate de un árbol frutal.
El número de antepasados de Cristo escalonados sobre las ramas es variable. Existen ejemplos de dos en adelante, aunque lo más frecuente es doce. Casi siempre emergen de corolas de flores y señalan con el dedo a Cristo, que aparece en la cima del árbol.
Al principio, quien siempre ocupaba la cima del árbol era Cristo en Majestad, aureolado con siete palomas místicas representativas de los dones del Espíritu Santo. A partir del siglo XIII, con el auge del culto a la Virgen, María sustituye a su Hijo en la cima del árbol y Jesús se convierte en un niño en los brazos de la Virgen. Esta exaltación de la Virgen está estrechamente relacionada con la doctrina de la Inmaculada Concepción. El árbol de Jesé se convierte en uno de los símbolos predilectos de la Inmaculada Concepción.
Un tema tan fecundo como éste desapareció a fines del siglo XVI. Sobrevivió algo más de tiempo en las pinturas sobre vidrio, pero la estética del Renacimiento no podía conciliar con un tema tan arcaico, más cerca de la heráldica que de la pintura religiosa.
Fuente: Iconografía del arte cristiano, de Louis Réau.

LA COMUNIÓN

El Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el sacramento de la Eucaristía: "En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros" (Jn 6,53).

Para responder a esta invitación, debemos prepararnos para este momento tan grande y santo. San Pablo exhorta a un examen de conciencia: "Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo" ( 1 Co 11,27-29). Quien tiene conciencia de estar en pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercarse a comulgar.

SANTO E’ IL TEMPIO DI DIO CHE SIETE VOI

Il luogo nel quale si riunisce la comunità cristiana per ascoltare la parola di Dio, per innalzare a Dio preghiere d'intercessione e di lode e soprattutto per celebrare i santi misteri e anche per custodire il santissimo sacramento dell'eucaristia, è immagine speciale della Chiesa, tempio di Dio, edificato con pietre viventi.
Il tempio fatto di pietre è infatti segno e strumento della nostra comunione con Cristo Signore, tempio vero e perfetto della nuova alleanza, e della nostra appartenenza alla Chiesa, essa stessa tempio di Dio, tempio edificato con pietre vive, nel quale viene adorato il Padre in Spirito e verità (Gv 4,23).