miércoles, 22 de febrero de 2012

LOS SANTUARIOS

Con el nombre de santuario se designa una iglesia u otro lugar sagrado al que, por un motivo peculiar de piedad, acuden en peregrinación numerosos fieles, con aprobación del Ordinario del lugar.
Se requiere la aprobación de la Conferencia Episcopal para que un santuario pueda llamarse nacional; y la aprobación de la Santa Sede, para que se le denomine internacional.

DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL AL VAT. II. – ARQUITECTURA SACRA


Es un período complejo, de situaciones ampliamente contradictorias y, al mismo tiempo, rico en nuevos fermentos: industrialización, desarrollo de la técnica y de las ciencias naturales, junto al indiferentismo, anticlericalismo, liberalismo, democracia, socialismo utópico y socialismo marxista, ateísmo, materialismo.
La participación en la celebración litúrgica, reducida a una obligatoria presencia pasiva, llega en gran parte a traspasarse al ejercicio de prácticas lato sensu religiosas, que parcializan el misterio de la salvación, a pesar del testimonio contrario de grandes santos.
Dentro de tales dificultades va, sin embargo, madurando un nuevo interés por la liturgia, y a finales del s. XIX asistimos a un florecimiento de estudios teológicos. Por otro lado, las iniciativas y las medidas restrictivas de la jerarquía tratan de defender y hasta de reforzar las murallas del ghetto católico con miras a una reconquista cristiana de la sociedad moderna; pretenden guiar y limitar la investigación artística, prefiriendo en el campo arquitectónico, explícita o indirectamente, el período gótico y el barroco.

CUARESMA: LAS CENIZAS

Es el residuo de la combustión por el fuego de las cosas o de las personas. Este símbolo ya se emplea en la primera página de la Biblia cuando se nos cuenta que "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7). Eso es lo que significa el nombre de "Adán". Y se le recuerda enseguida que ése es precisamente su fin: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
Por extensión, pues, representa la conciencia de la nada, de la nulidad de la creatura con respecto al Creador, según las palabras de Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27).